bandoleros del Guadarrama

bandoleros del Guadarrama

Los escondites del Tuerto Pirón. Primera parte

Cañón del río Viejo entre Losana y Torreiglesias





La vida del bandolero no era apta para cardiacos. Siempre de aquí para allá, en busca y captura, huyendo, siendo perseguido por las autoridades. Del Tuerto Pirón se han contado infinidad de historias, sobre sus robos, sobre sus encuentros con paisanos, sobre sus huidas y también sobre sus escondites. De este último asunto, de los lugares en los que la tradición oral dice que encontraba refugio el bandolero segoviano, es de lo que vamos a hablar en las siguientes dos entradas. Lo primero que hay que decir es que indagando en la prensa histórica las noticias que encontramos poco nos ayudan para establecer un relato absolutamente convincente por lo que tendremos que echar mano de las historias que siempre se han contado sobre el bandolero serrano y en algún caso también, con la ayuda de algún malabarismo, podremos acercarnos a datos algo más históricos.





Antes de nada tenemos que decir que el sitio favorito para esconderse, no solo del Tuerto si no de cualquier bandido, sería la casa (vale un pajar también) de algún colaborador, más o menos voluntario. Un techo debía de marcas las diferencias, un cobijo básico para ofrecer descanso. El hogar del siglo XIX, sin fibra óptica y calefacción central. Seguramente lo encontraría en alguno de los pueblos cercanos a su Santo Domingo natal, en los cuales se decía siempre tenía algún compinche. Pero si esto de una mano benefactora no era posible no le quedaba más remedio al Tuerto y a cualquier bandido en general que buscar cobijo y sobre todo escondite en cualquier otro lugar.  





Entrada a la Cueva de la Vaquera. Las viejas leyendas hablan de este lugar como escondite del Tuerto



Uno de los lugares que la tradición oral ha señalado como escondite y refugio del Tuerto han sido las cuevas de Losana. Tomás Guijarro, en sus Romances del Tuerto Pirón ya habla de la Cueva Vaquera como lugar, donde tras el robo de unos corderos, decide iniciar su carrera bandolera (por cierto, una noticia de 1879 confirma los antecedentes como ladrón de ganado del Tuerto). De hecho el valle del Pirón y esta zona concreta de sotos no era, sin duda desconocida, ya que la romería de Santiaguito que se celebraba y se sigue celebrando el 25 de julio, era bien conocida en toda la comarca. Y desde luego el lugar el lugar resulta que ni pintado para estos menesteres de ocultación bandolera. Situado en una zona convenientemente alejada de los pequeños pueblos más cercanos, Peñarrubias, Adrada, Torreiglesias y Losana a la soledad del lugar y lo conveniente de las cuevas ahí que añadir la cercanía de varias fuentes, como la de la Fuentedura en la cercanía de la misma cueva de la Vaquera. No muy lejos de esta oquedad, hoy en día convertida en lugar de estudio arqueológico, la cueva de los Pedrones, al pie en este caso del río Viejo,  también lleva la historia y leyenda de otros bandoleros en este caso, liderados por un tal Pedro,  que supuestamente, cuenta la leyenda, dieron nombre a la oquedad.
La Mata Pirón desde Sotosalbos

Para encontrar otro de los lugares a los que se ha atribuido ser escondite del Tuerto Pirón, tenemos que remontar el río que dio apellido al bandolero unos cuantos kilómetros para acercarnos las entrañas de la sierra donde nace. Al pie de la sierra, la conocida como Mata Pirón ha sido uno de los lugares asociados al bandolero serrano lo que resulta sin duda, igualmente como en el caso anterior bastante comprensible. Y es que situada la mata junto a dos tradicionales vías de comunicación, una la que a la vera de la sierra ha sido camino de personas y mercancías, la actual carretera de Soria (y cerca de ella y de forma paralela, la que ha servido de tránsito para ganado, la Cañada Real Soriana Occidental) y la segunda la que de forma perpendicular se dirige hacia el Puerto de Malagosto permitiendo saltar hacia el valle del Lozoya, (otro de los lugares donde más recuerdo han dejado los robos y huidas del Tuerto) . La Mata Pirón, muy cercana al pueblo natal del bandolero, Santo Domingo, tenía que resultar conocida por el bandido, lo que permitiría conocer los mejores lugares de escondite y los más solitarios e intrincados. Una soledad que continua hoy en día y que nos puede hacer comprender su relación con actividades clandestinas, pese a los cambios acaecidos en los últimos 130 años (repoblaciones de pinos, construcción de una presa y prácticamente desaparición del viejo camino al Malangosto,  engullido por fincas, pistas forestales y cortafuegos). Resulta fácil imaginar que un siglo atrás el bandido segoviano fuera aficionado a estos solitarios andurriales, donde tal vez encontraría ayuda, más o menos voluntaria en pastores y carboneros, algunos de los asiduos habitantes de esta solitaria y escondida parte de la sierra de Guadarrama.