bandoleros del Guadarrama

bandoleros del Guadarrama

Los Bandoleros


Caballos en la Sierra del Guadarrama.
Para los bandoleros algo imprescindible.

             Largas patillas, tez morena, barba no siempre bien rasurada, aire patibulario, grandes navajas, trabucos y buenos caballos... y las sierras andaluzas como escenario. Estos son algunos de los rasgos que asociamos, casi inconscientemente, con la imagen del bandolero. Cierto, no lo podemos negar, que toda una generación de españoles instantáneamente a esa imagen le pone un rostro. Exactamente el del actor Sancho Gracia en su interpretación de Curro Jiménez. Y es que la serie de televisión volvió a poner de moda una actividad, lo podemos llamar así, desaparecida de la geografía patria hacía ya muchos años pero que llegó a estar tan presente en la sociedad de su momento, en la boca del común de las gentes, como en los años de máxima audiencia de la serie televisiva.

          Pero no nos podemos engañar. El bandolerismo no fue un fenómeno que se limitara al sur de España (lean el título de este blog), ni que afectara exclusivamente a la península. Y por supuesto no era imprescindible ser moreno y bajito para practicarlo. En todos los lugares y en todas las épocas esta actividad, con sus propias características, ha tenido lugar.

           El bandolero es un ladrón que actúa en el medio rural, en el campo podemos decir; y en la tortuosa orografía de las sierras encuentra su medio ideal, allí donde más cómodo se siente. Allí le es más fácil asaltar, huir y esconderse. Se le puede llamar igualmente bandido, salteador de caminos o malhechor. Pero la idealización hace que cuando utilicemos la palabra "bandolero" otros atributos, casi cualidades, le acompañen en nuestra imaginación. Por ejemplo, a diferencia de otros delincuentes no es sanguinario, es arrogante frente al poderoso, ya saben, roba al rico para dárselo al pobre y en el fondo tiene un buen corazón. ¿Y todo esto era habitual? Pues me temo que no. Más bien casi nunca.


Imagen prototipica del bandolero. Gustavo Doré

          ¿Y por qué pensamos en los bandoleros como personas que viven al margen de la ley, es verdad, pero con buen fondo, hombres justos en definitiva? Pues por un proceso de idealización complejo y del que hablaremos en otro momento y que se daba ya en tiempos muy antiguos. Tan sílo citaremos que un veteranísimo y prestigioso historiador, Eric Hobsbawm, estableció hasta 10 características sobre el bandolero “ social”, entre ellas que corrige abusos, que inicia su carrera como víctima de la injusticia o que no mata nunca si no es en defensa propia.

           Bandidos los hubo en todos los lugares y tiempos. Robar a las gentes que transitaban por los caminos se ha dado a lo largo de toda la historia. Cierto que en España la actividad tiene casi su denominación de origen en Andalucía. Allí los producían con enorme facilidad. Y deben de sentirse hasta orgullosos de ellos. Tanto que en la población de Ronda le han dedicado todo un museo a este asunto. Parece que Andalucía con sus sierras, soledades y sobre todo desigualdades sociales era campo de cultivo para esta delictiva actividad. Pero casi toda la geografía nacional se vio afectada por el problema de la inseguridad que llevaba consigo la presencia de estos personajes. Como por ejemplo, Cataluña, La Mancha, Navarra y por supuesto la sierra del Guadarrama. Imposible conocer a ciencia cierta quién sería el primer bandolero a lo largo de la historia pero si podemos atrevernos a citar, quién es considerado por los especialistas en este asunto como el último : El andaluz Pasos Largos, quién terminó sus días ( y correrías ) en 1934.



El famoso bandolero Pasos Largos.
                                              http://www.ronda.ws/cultura/bandolerismo.htm

         Del proceso de idealización tenemos el testimonio de Merimée, quien daba por cierta una historia que hacia 1830 se contaba sobre el famoso bandolero andaluz José María "el Tempranillo". Así hablaba de él en su "Viaje a España":

“Guapo, valiente, cortés, tanto como puede serlo un ladrón, así es José María. Si detiene una diligencia, da la mano a las señoras para que bajen y se preocupa de que estén cómodamente sentadas a la sombra pues la mayor parte de sus hazañas se realizan de día. Nunca un juramento, nunca una palabra grosera; por el contrario consideraciones casi respetuosas y una cortesía natural que nunca se desmiente. Quita una sortija de la mano de una bella mujer: ¡Ah señora! –dice- una mano tan bella no necesita adorno. Y mientras desliza la sortija fuera del dedo, besa la mano de un modo capaz de hacer creer, según la expresión de una dama española, que el beso tenía para él más valor que la sortija (...)"

(c) Santiago Martín