Paisaje pedricero.
El mismo periódico, antecesor por otra parte del actual Boletín Oficial del Estado, en su edición del día siguiente amplia la información. ( la anterior debía de ser "breaking news")
“El cabecilla Pablo Santos que levantó el grito de rebelión en Colmenar Viejo, ya no existe. Herido gravemente en la noche del actual por el fuego de una partida que iba en su persecución, pudo arrastrarse hasta las faldas de las Pedrizas, donde murió el día 10 y su cadáver ha sido trasladado al pueblo de su domicilio, en donde pronunció su rebeldía”.
Por su parte en el Eco del Comercio del 16 de diciembre se relata la información de esta manera:
"El gobierno ha recibido la noticia de haber muerto el cabecilla Pablo Santos de resultas de las heridas que recibió de un partida de tropa que lo persiguió vivamente en la falda de las Pedrizas, donde se encontró su cadáver. Con esta ocurrencia ( ?) puede tener por destruida enteramente la partida que capitaneaba a dicho Santos que fue la que robó la diligencia en el puerto de Guadarrama"
Imagen de la guerra Carlista
La persecución y muerte de Pablo Santos tuvo como consecuencia, como suele suceder en estos casos, el reconocimiento público y ascenso a la persona que lideró su captura. En este caso se trata de un tal D.N. Tripiana, alcalde mayor de Colmenar Viejo que según podemos leer en el Eco del Comercio de marzo de 1835, "por su celo en la persecución de la partida de Pablo Santos y el fomento de la milicia urbana, había merecido de S.M le nombrara juez de primera instancia de Málaga"
Todas estas informaciones nos aportan, claro está, otra perspectiva diferente a las narraciones que se hacían a principios del siglo XX sobre Pablo Santos, que recogieron los primeros guadarramistas y han sido repetidas hasta nuestros días. Como hemos visto la muerte del "bandido legendario" o "histórico faccioso" se produjo, considerando las informaciones de la prensa, de forma muy diferente a como explica la leyenda. No sabemos nada de aquel Isidro, "el de Torrelodones", supuesto compinche y que presuntamente habría terminado con Pablo Santos de un trabucazo por problemas de reparto de un botín (vamos, un clásico ajuste de cuentas). La muerte de Pablo Santos ya sabemos que fue el inicio de su leyenda. En los años siguientes siguen apareciendo algunas informaciones sobre él en la prensa de su tiempo. Por ejemplo podemos leer en "la Revista Española" del 12 de febrero de 1836, las acusaciones que se vertían sobre personas del pueblo de Colmenar Viejo de pertenecer a la partida de Pablo Santos como es el caso de un presbítero llamado Gil Bandot. Unos meses después , de nuevo, otras noticias relacionan a la partida de Pablo Santos con los monjes de El Escorial y el Paular como cuenta “El Español” en julio de 1836. No conviene olvidar que además de en los años de las guerras carlistas estamos en el tiempo de las desamortizaciones.
Todas estas informaciones nos aportan, claro está, otra perspectiva diferente a las narraciones que se hacían a principios del siglo XX sobre Pablo Santos, que recogieron los primeros guadarramistas y han sido repetidas hasta nuestros días. Como hemos visto la muerte del "bandido legendario" o "histórico faccioso" se produjo, considerando las informaciones de la prensa, de forma muy diferente a como explica la leyenda. No sabemos nada de aquel Isidro, "el de Torrelodones", supuesto compinche y que presuntamente habría terminado con Pablo Santos de un trabucazo por problemas de reparto de un botín (vamos, un clásico ajuste de cuentas). La muerte de Pablo Santos ya sabemos que fue el inicio de su leyenda. En los años siguientes siguen apareciendo algunas informaciones sobre él en la prensa de su tiempo. Por ejemplo podemos leer en "la Revista Española" del 12 de febrero de 1836, las acusaciones que se vertían sobre personas del pueblo de Colmenar Viejo de pertenecer a la partida de Pablo Santos como es el caso de un presbítero llamado Gil Bandot. Unos meses después , de nuevo, otras noticias relacionan a la partida de Pablo Santos con los monjes de El Escorial y el Paular como cuenta “El Español” en julio de 1836. No conviene olvidar que además de en los años de las guerras carlistas estamos en el tiempo de las desamortizaciones.
La Pedriza más escondida.
Llegados a este punto es indispensable comentar que en muchos conflictos como en este de la guerra Carlista se acababan mezclando diversos asuntos. Antiguos bandidos y también desertores, aprovechaban, amparados en la situación de inseguridad que se generaba para actuar a su conveniencia. También, esto parece más el caso, cuando una pequeña revuelta o rebelión, no acababa de triunfar al reducido número de partidarios no le quedaba más remedio que echarse al monte y buscar cobijo en las zonas más intrincadas. Una vez caídos en desgracia no tenían otra que vivir a salto de mata. En cuanto a la mutación posterior de Pablo Santos de carlista a bandolero hay que decir que generalmente el recuerdo de algunos robos se transformara por la tradición oral, combinando asuntos, cambiando y añadiendo otros. Cada narrador de la historia, en su casa, en la taberna, o en las conversaciones al fresco, contaría la historia a su modo. Y se confundirían personajes y hechos. Lo hemos visto más de una ocasión. En todo caso su recuerdo dejó huella no solo en la gente local si no también en la toponimia, como por ejemplo sucede con la conocida como la casa o ¿cerca? de Pablo Santos, lugar que aparece así llamado en mapas como el que edita la Tienda Verde. Además para las gentes del lugar estas disputas políticas como el carlismo podían o no significar mucho. Para el hombre de campo, el labrador o ganadero ser robado en nombre de una facción política o simplemente por unos delincuentes comunes le daría absolutamente igual.
(c) Santiago Martín Arribas
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